La exposición de Lazcano nos
acerca al imaginario del artista y a su persona. Es un artista por un lado
expresionista, lo cual percibimos muy bien por su pincela espesa y en ocasiones
informalista matérico, ya que gusta de experimentar con nuevos materiales en su
obra sin cerrarse a los materiales clásicos de la pintura. Podemos observar el
empleo del cartón como soporte, o como crea texturas con pastas, arenillas,
cenizas, recortes de periódico, pajas o incluso telas. La obra que expone en el
museo nos habla sin duda de su fascinación por Goya, ya que cuenta con un
número amplio de obras que reproducen a su manera la obra del zaragozano. Pero
por otro lado también del contexto donde vive el artista. Vemos las acacias
sobre el rio Miño, las cepas de cualquier rincón de nuestra geografía o los
montes tanto de Piñor como Toén, lugar en el cual tiene Lazcano su estudio. Sin
olvidarnos de personajes importantes para nuestro artista como el Padre Aníbal
o el compositor de música jazz estadounidense, Charlie Parker.
Se trata de una exposición
muy didáctica no solo para conocer al artista, sino para relacionar su obra con
otros artistas como Francis Bacon con el tema de la crucifixión de Cristo
tratada en trípticos de un modo grotesco o la deformación de los rostros para
dar mayor dramatismo. Con Goya mientras se les enseña a los visitantes
reproducciones de los grabados para que estos comprendan la influencia y los
desastres de la Guerra de la Independencia Española o con Tapies y toda la
Vanguardia Informalista.
Sorprende mucho a los
visitantes la dualidad de la obra de Lazcano, como el artista en la primera
sala muestra horrores y desastres de la historia de la humanidad, para a
continuación observar en la segunda sala una pintura más personal y dulce, que nos
acerca al entorno del artista.
Se les explica a los
visitantes todo el significado del color y la importancia que este tiene en la
obra de Lazcano. “Miradas duras” donde predominan las tonalidades ocres,
tierras, marrones, violetas y rojos muy sangrantes en contraste con lo que se
encuentran en “Miradas blandas”, paisajes ensoñadores con tonalidades azules y
verdes muy relajantes, que nada tienen que ver con las desgracias observadas
anteriormente.
Para finalizar añadir que a
pesar de ser una obra compleja para los más pequeños, gracias al feedback con
la guía y a su curiosidad innata, los niños salen comprendiendo qué es un museo
y la extraordinaria obra de Lazcano.
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